El viernes pasado, el Congreso Mexicano pasó un proyecto de ley que aumentará impuestos para la comida basura y bebidas azucaradas. En una conferencia de prensa el mismo día, Enrique Peña Nieto instó al Congreso Mexicano a aprobar nuevos impuestos para alimentos menos saludables.
El proyecto de ley aumentará el precio de comidas como dulces y patatas fritas alta en grasas saturadas, sal y azúcar un 8 por ciento; un impuesto adicional de un peso todavía se está debatiendo.
Mexicanos beben las mayores cantidades de Coca-Cola del mundo con 43 galones por persona al año, lo cual es 40 por ciento más que el ciudadano medio de EE.UU según The Guardian.
Peña Nieto pidió más medidas para luchar contra la obesidad en su país, afirmando enfáticamente que “No podemos seguir de brazos cruzados frente a un exceso de peso real y la epidemia de obesidad . . . la vida de millones de mexicanos están literalmente en riesgo.” Su campaña contra la obesidad insta a un cambio de cultura que reemplazaría al estereotipo de una siesta de una hora de duración con una hora de ejercicio diario.
Activistas de obesidad en todo el mundo han estado buscando los impuestos sobre los alimentos y las bebidas como una forma de animar a la gente a cambiar su dieta y reducir la cantidad de comida que engorda y bebidas que consumen, según The Guardian.
El problema de la obesidad en los niños es particularmente preocupante. Las dietas que consisten principalmente de alto grado en grasas, alta en azúcar y alto contenido de sal, alimentos pobres en nutrientes, en combinación con los niveles más bajos de actividad física, se citan como las principales causas de la obesidad infantil en los países de bajos y medianos ingresos, como México, donde alrededor de un 9 por ciento de los niños tienen diabetes.
Los niños obesos en todas partes son más propensos a tener presión arterial alta y el colesterol alto, problemas para respirar, aumento del riesgo de diabetes tipo 2 y problemas en las articulaciones, así como una gran cantidad de problemas sociales y psicológicos que pueden continuar en la edad adulta.
El gobierno mexicano ha decidido afrontar el problema mediante la aplicación de los impuestos que se han diseñado para instar a la gente a cambiar sus hábitos alimenticios, a pesar del potencial daño económico que los impuestos podrían causar. En un futuro próximo, el gobierno planea introducir una marca nutricional para indicar alimentos más sanos a la venta en los supermercados.
Países como Australia, Hungría y Samoa han implementado con éxito los impuestos hasta un 10 por ciento el consumo de bebidas azucaradas y dulces. Samoa ha puesto a impuestos a las bebidas azucaradas desde 1984.
En México, el dinero recaudado por el impuesto se destinará a programas de salud y un mayor acceso al agua potable en las escuelas.